Durante el torneo, que se rige por normas propias,3 el toro es asesinado participando en ello la mayor parte del pueblo. Le clavan lanzas en una agonía que dura horas, hasta que muere desangrado o por paro cardiaco a causa del pánico.
(Wikipedia)
Así define la enciclopedia libre de Internet la tradición conocida como el Toro de la Vega, que cada mes de septiembre se celebra en la localidad vallisoletana de Tordesillas. En esta fiesta el toro es torturado con lanzas hasta que muere, y al ganador le dan el rabo del toro como si hubiese ganado un campeonato mundial de fútbol. ¡Enhorabuena asesino! Acabas de conseguir tu trofeo, te acabas de cargar a un pobre animal.
Para defender esta atrocidad, nos encontramos con argumentos como los de siempre:
- “Es una tradición y hay que mantenerla”
- “El animal está criado para morir”
- “Sino, el toro de lidia se extinguiría”
Argumentos fácilmente desmontables para sostener una tradición insostenible, una tortura que produce unas imágenes donde se ve lo peor del ser humano. Ni las corridas, ni los encierros, ni este tipo de salvajadas deberían estar permitidas a estas alturas de la película.
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