Clara juraba y perjuraba que era cierto, y yo me rendía, atormentado por la imagen de aquel desconocido de dudosa existencia que se complacía en acariciar ese cuello de cisne, y a saber qué más, mientras a mí sólo me estaba permitido anhelarlo. Si me hubiese parado a pensarlo, hubiera comprendido que mi devoción por Clara no era más que una fuente de sufrimiento. Quizá por eso la adoraba más, por esa estupidez eterna de perseguir a los que nos hacen daño. A lo largo de aquel verano, yo sólo temía el día en que volviesen a empezar las clases y no dispusiera de todo el día para pasarlo con Clara.RUIZ ZAFÓN, Carlos: La sombra del viento. Ed. Planeta, 2001. Pág. 53
Próximamente "surcaré las ondas" en el nuevo show radiofónico online, "Gafaplastas", del cual podréis disfrutar a través del siguiente enlace. Las emisiones en pruebas comenzarán en breve. ¡NO TE LO PIERDAS!
24/2/11
Idealización de las personas
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