13/2/11

Del consumismo-romanticismo, medias naranjas y otros "subnormalismos"


Señoras y señores, por si no se han enterado, mañana es 14 de febrero, San Valentín.Para unos, el día de demostrar a tu pareja que la quieres, para otros, un día como otro cualquiera. Ya por el título de la entrada os habréis dado cuenta de que yo tiro más hacia esta segunda opinión. El Día de San Valentín es, al igual que otros "Días" (Día de la Madre, Día del Padre, Día del Niño, Día de los Abuelos y un largo etc.), no son más otro día con sus 24 horas y 1440 minutos que nuestros gobernantes, (los de verdad, es decir, no los que votamos), nos señalan en el calendario como algo especial para que vayamos a sus tiendas, compremos algo supercarisísismo y se lo regalemos a la persona de turno. (El 14 de febrero no a ningún Valentín, sino a nuestra pareja). ¿Y si no tienes pareja? Te jodes. O deberías joderte. Quizás en estos tiempos de crisis venga mejor estar solo y ahorrarse un dinerillo que podrías emplear en, por ejemplo, pagar la cuota del gimnasio.
Ahora analicemos la "idea" de San Valentín. Comprarle algo a tu pareja para que vea lo mucho que le quieres... 
Vamos, que si le compras algo por valor de 20€ y a ti te compran algo de 200€, ¿significa eso que tu pareja te quiere más que tu a ella? Absurdeces de la raza humana... como otras tantas. A los atontados que han comprado algo por San Valentín, el amor se demuestra día a día. Es lo que aquellos algunos (que vamos quedando menos) llamamos romanticismo. El demostrarle a tu pareja cada día que la quieres es el verdadero romanticismo, el falso romanticismo es comprarle un regalito en días clave para ir saliendo del paso. 
Otro "subnormalismo", término que me he inventado para la ocasión y que viene significando lo mismo que subnormalidad, es el mito de la persona perfecta. Y ahora es cuando expongo mi opinión, que no tiene por qué ser compartida, pero sí al menos reflexionad sobre ella:
La mayoría de la gente se pasa parte de su vida buscando lo que será su "media naranja" o la persona perfecta, que generalmente debe reunir los siguientes requisitos: ser guapo/a, inteligente, con buena conversación (dirán las abuelas), aunque cueste reconocerlo que tenga algo de pasta, y que tenga gustos y carácter lo más parecido a nosotros. Bueno, no sé si os habéis dado cuenta al tercer requisito que esa persona ya es imposible que exista -(Ahora aparecen los románticos, perdón, falsos románticos y dicen, ¡Pues mi pareja sí es así!). Y yo contesto: dejad de idealizar a la persona, que eso es muy malo. Aún así, sigamos con lo que estaba tratando de exponer: imaginémonos que por un casual muy casual encontramos a una persona que sea más o menos así, con nuestros mismos gustos y aficiones, manera de pensar, etc. No sé si os habréis percatado de que eso, como se dice por estas tierras gallegas, "peta" al cabo de poco tiempo.
Una de las fuentes de desahogo del ser humano es su pareja, si nuestra pareja piensa igual que nosotros, no hay posibilidad de debate. Si le gusta lo mismo que a nosotros, el nivel de enriquecimiento será 0, y esto que está de moda llamar "la rutina" se instaurará muy pero que muy pronto en nuestras relaciones. Por lo tanto, me atrevo a decir que aquella media naranja que buscamos podría existir (más de una), pero miramos para el otro lado. Debemos darnos la vuelta y buscar una persona que, con un mínimo de comunes garantizado para poder establecer un contacto, tenga gustos distintos, nos aporte cosas de su mundo y nosotros poder aportarle cosas del nuestro, debatir, que no discutir (términos a veces muy confusos), y así que nuestra pareja sea a la vez un punto de apoyo y desahogo. Pero como he dicho al principio, no es más que una mera opinión. Así que, para los falsos románticos os deseo un Feliz San Valentín en el que le demostréis a vuestra pareja lo que la queréis, y a los románticos de verdad, un Feliz San Valentín en el que sigáis demostrando a vuestra pareja que la queréis, como cada día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante reflexión típica en estas fechas. La pareja perfecta sí existe, pero al contrario de lo que la gente piensa, es la que tú describes, no tiene por qué ser guapa, ni alta, ni con tus mismos gustos; ha de complementar a tu persona para así enriquecerla.